Existen muchos motivos para la asistencia a un Servicio Divino: el deseo de experimentar la cercanía de Dios, escuchar su palabra, alabarlo y honrarlo; la comunión con nuestros hermanos en la fe; el anhelo por el perdón de los pecados y la Santa Cena. De uno de los motivos quizás no siempre estamos conscientes: también vamos al Servicio Divino para confesar que somos cristianos. Esta confesión a Cristo es importante, porque nos lleva a la salvación; no solamente a nosotros, sino también a aquellos que conocen el Evangelio por nuestro testimonio.
En los meses pasados tuvimos que experimentar dolorosamente que no se puede dar por descontado que se puedan celebrar los Servicios Divinos. Son un regalo de Dios. ¿Cómo podemos hacer esta confesión cuando no hay Servicios Divinos, o cuando no podemos asistir? ¡Confesemos simplemente cuánto nos faltan los Servicios Divinos presenciales! Durante la pandemia se habló mucho sobre las cosas que encontramos a faltar: poder reunirnos con la familia y los amigos, ir a la peluquería o disfrutar de una buena comida en nuestro restaurante preferido. ¿Hablamos también sobre lo mucho que encontramos a faltar la asistencia al Servicio Divino? Entonces esto también fue una confesión a Jesucristo.
Impulso de un Servicio Divino del Apóstol Mayor