En situaciones de emergencia, que plantean problemas casi insolubles, el hombre clama a un Dios fuerte. „¡Señor, ayuda!“ – Así es la oración en tiempos inseguros. Estoy pensando en un pasaje bíblico que es muy significativo: „El Señor peleará por vosotros, y vosotros estaréis tranquilos“, dice en Éxodo 14:14. En aquella época se trataba del camino que el pueblo de Israel debía tomar a través del desierto: Delante había obstáculos casi insuperables, detrás estaba el ejército egipcio del enojado Faraón. Los israelitas entraron en pánico y clamaron a Dios. Moisés les dijo lo que debían hacer: „¡Confiad en Dios, estad tranquilos! Si Él está a nuestro lado, no nos puede pasar nada.“ Y según nos informa esta historia, sabemos que el Señor intervino efectivamente, de manera inesperada y efectiva, y salvó a su pueblo.
También nosotros, a veces nos enfrentamos a situaciones difíciles. Entonces el Espíritu Santo nos exhorta a no entrar en pánico ni a culpar a Dios por nuestra miseria. En cambio nos recuerda que Dios nos salva: Pronto nos redimirá de una manera sin precedentes, enviando a Su Hijo, para llevarnos con Él. A través de sus Apóstoles, Jesús asegurará que su novia esté preparada para Su retorno. Por ello: Queremos quedar tranquilos en la tentación, confiar en Dios y prepararnos orando para el gran momento de nuestro arrebatamiento.
Una y otra vez también vivimos tiempos en los que estamos bien. Entonces nos presentamos ante Dios y lo alabamos y glorificamos, porque sabemos que le debemos lo bueno a Su gracia, y disfrutamos la alegría y la dicha que Dios nos regala. También en tales momentos buenos de nuestra vida queremos prepararnos orando para el retorno de Cristo y no olvidar que Dios nos quiere regalar algo mucho más hermoso aún: ¡la eterna comunión con Él.
Apóstol Mayor Jean-Luc Schneider