A menudo entramos en circunstancias, sobre las cuales no tenemos control. Eso podría ser una enfermedad que nos ataca, un accidente, en el cual uno se encuentra involucrado sin culpa, la rescisión de una relación laboral, de un contrato de vivienda, u otros sucesos e incidentes que nos afectan ‒ a menudo uno llega al resultado: No hay nada que se pueda hacer. ¡Acepta la situación, en este caso no puedes hacer nada!
Eso es verdad, pero no significa que Dios no pueda hacer nada.
Pablo y Silás no pudieron impedir que los pusieran en la cárcel. Ellos, ni siquiera tenían un abogado que pudiera representarlos. ¡Pero ellos tenían fe! La fe que les daba la certeza que para Dios nada es imposible. Y he aquí: Dios los liberó por un ángel de manera maravillosa.
Aunque no se pueda hacer nada, un hijo de Dios no debe resignarse. ¡Si Dios quiere, Él actúa!
Impulso de un Servicio Divino del Apóstol Mayor